Los CIO de hoy en día se enfrentan a una serie de grandes exigencias a la hora de construir y gestionar una red para sus empleados globales.
Permitir que los trabajadores accedan a las aplicaciones en la nube desde cualquier lugar, en cualquier momento y en cualquier dispositivo puede ser un acto de equilibrio difícil de gestionar.
Tienen que asegurarse de que los niveles de rendimiento de las aplicaciones se mantienen altos y de que la productividad general nunca se resiente, todo ello sin dejar de hacer que las cosas parezcan fluidas en el extremo frontal.
¿Qué debe hacer un jefe técnico responsable?
Cuando «rápido y sencillo» es cualquier cosa menos eso
A todo el mundo le encanta la accesibilidad de las aplicaciones en la nube, y a los CIO les encanta lo rápido que pueden adoptar los servicios en la nube.
Pero lo cierto es que la adopción de servicios en la nube añade toda una nueva capa de complejidad a la gestión del rendimiento de las aplicaciones.
Es fácil pasar por alto un fallo en la productividad cuando hay tanta actividad en marcha y todo sucede en tiempo real.
Tanto si se trata de correo electrónico como de un CRM, los tiempos de carga pueden variar enormemente, y pueden producirse lapsos incluso después de que las aplicaciones se hayan cargado.
La conclusión es que estos lapsus se suman a una pérdida significativa de productividad.
Diagnosticar estos problemas no es fácil porque no siempre es obvio de dónde proceden.
Jugar al juego de culpar a la red
En los tiempos en que la TI era predominantemente local y las aplicaciones y cargas de trabajo se alojaban en un centro de datos tradicional, era mucho más fácil ocuparse de los riesgos, la seguridad, el cumplimiento y los problemas de red.
Cuando se producían problemas de rendimiento de las aplicaciones, las opciones de conectividad y los métodos de optimización tradicionales los solucionaban.
Hoy en día, no hay forma de tener líneas privadas que conecten todos los centros de datos en nube.
Hay demasiadas aplicaciones repartidas por demasiados lugares para que eso sea ni remotamente posible, y la mayoría de los proveedores de nubes probablemente no lo permitirían de todos modos.
Entonces, ¿qué hacer cuando una aplicación en la nube no funciona como a uno le gustaría?
Aquí es donde empieza el juego de las culpas.
Su proveedor de servicios de Internet culpará al proveedor de la aplicación.
El proveedor de la aplicación puede culpar al enlace de banda ancha.
Y, por supuesto, los empleados frustrados culpan al personal informático de su organización.
No importa de quién sea la culpa, todo desemboca en lo mismo: disminución de la productividad, disminución de los beneficios.
El verdadero problema es simplemente éste: Cada vez que da un paso hacia la nube tiene que depender de la poco fiable Internet pública.
Por un lado, es un medio de conectividad revolucionario, global, sencillo, flexible y asequible.
Por otro lado, es un medio de comunicación que usted está compartiendo con miles de millones de desconocidos.
Es impredecible debido a la alta latencia y a la pérdida de paquetes por congestión, especialmente a través de largas distancias.
Un mejor camino hacia la nube
Antes de que renuncie a adoptar plenamente la nube, existe una forma de abordar estos problemas de rendimiento utilizando, de entre todas las cosas, una solución basada en la nube.
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